sábado, 13 de septiembre de 2014

Arte contemporáneo, ni tan divino, ni tan maravilloso. Pero arte

  • El arte es difícil de definir e imposible de explicar. Sólo sintiendo lo que el artista trata de expresar llegaremos a algo. Y la intrusión del arte falso y mercantil en nada ha ayudado.
"La primera obligación de la crítica de arte está en emanciparse de la Historia". Dicho así, puede sonar a exabrupto de un militante de las falsas artes actuales. Pero no es una opinión cualquiera, ni mucho menos una idea interesada: es una reflexión de don Eugenio d´Ors, uno de los catalanes más olvidados del siglo XX, y una de las plumas españolas peor tratadas por la memoria oficial y oficiosa del siglo XXI. Y no es un cualquiera opinando, sino uno de los hombres que mejor ha conocido y practicado las artes en estos últimos siglo., y después ha opinado sobre ellas.

Elba nos regala, porque es un regalo delicioso, enArtistas del XX una de las colecciones más hermosas y preciosistas de don Eugenio sobre los artistas de su tiempo y su entorno. España hizo poco para merecerse un hombre así, pero hoy necesita con urgencia ediciones así, valientes y atrevidas. Porque corremos el doble riesgo de confundir arte y sólo pasado remoto, y el de dar categoría de arte y de artista a simples estafadores de los que tantos aparecieron en el XX y persisten en el XXI. ¿Y cómo evitarlo?
Ah, entendiendo que el arte es permanente y trascendente, que no es ni negocio, ni circunstancia, ni simple historia, ni opinión histérica; al escribir deAmedeo Modigliani d´Ors dijo que "el siglo XV y el siglo XVII alcanzan hasta el novecentismo. Se puede ser contemporáneo de Simone Martini, a la vez que deToulouse-Lautrec". En estos textos breves de don Eugenio sobre los artistas de su siglo encontramos claves que los hombres y mujeres del XXI (y cuánto más los profesores, y aún más los jóvenes que sienten la inquietud de la belleza y las artes entre el acoso de un mundo materialista y pretendidamente práctico) necesitan. No hay belleza antigua o moderna, sino simplemente belleza, y para esto d´Ors llamó "fuente de infinitas imposturas" a la idea de Baudelaire de "la belleza moderna" .

Don Eugenio no era precisamente un tibio ni un mediocre, y en sus opiniones de arte, como en todas, se expresó con exquisitez y llegó donde otros no osaron. No fue simplemente un crítico de arte "de las vanguardias", sino un miembro de éstas por derecho propio y un crítico de arte sin límites de espacio ni de tiempo. Conocer lo que Xenius dijo de arte puede gustar a muchos y servir a muchos otros. Y saber quién y cómo fue (y no juzgarlo por las opiniones de hoy, ni por las devociones de sus hijos a veces) servirá además para conocer la Cataluña española. Es decir, por cierto, la única Cataluña universal y hermosa.

Lo que nos cuentan las imágenes… y lo que no nos cuentan los profesores atemorizados

Cuatro generaciones han aprendido a opinar y conocer de arte a través de E.H. Gombrich. El arte no es bello por la firma del autor o por la moda de nuestro tiempo. Y la eterna historia del Arte de Gombrich nos ha enseñado a emplear esta constante filosófica para valorar las artes: sólo entendemos la obra de arte abstrayéndonos de nuestras circunstancias, modas y puntos de vista, y comprendiendo a la vez los del creador o colocándolo en el limbo de lo permanente.

Elba publica en Lo que nos cuentan las imágenes una entrevista y conversación del profesor austro-británico con el periodista del Nouvel Observateur Didier Eribon. ParaGombrich todos los saberes se relacionan, y las artes no son una excepción. A su modo y con más modestia, también el crítico británico David Sylvester ha expresado la misma idea sobre el surrealismo, sus precursores Picasso y Brancusi y sus maestrosJoan Miró, René Magritte, Max Ernst, Jean Arp y Henry Moore; ni santos por principio ni delincuentes por defecto, sino artistas. Para Gombrich, agnóstico de casi toda trascendencia, el arte tenía un valor permanente y una posición central en la historia de la cultura, y en esta conversación se entiende mucho mejor su relación con filósofos como Karl Popper o con artistas como Erwin Panofsky y Oskar Kokoschka.

Lo mejor de Gombrich "al natural" es la sensación de que incluso el mayor experto en una materia, siendo sincero y honesto, puede amarla intensamente pero nunca dejará de plantearse dudas, preguntas y matices, es decir que nunca dejará de opinar, de aprender y de escuchar, aparte de enseñar. Uno querría a menudo ver esto mismo en los docentes de nuestros días, sobre todo porque el arte necesita, como muchos de los saberes humanísticos, un ejercicio y una defensa de calidad frente a un entorno hostil y bajuno como el de nuestro tiempo.

Fuente: semana digital

No hay comentarios:

Publicar un comentario