jueves, 7 de marzo de 2013

Invertir en arte, un gran negocio

Para Javier Lumbreras, especialista en el mercado del arte, no hay duda que coleccionar arte es la mejor inversión que se puede hacer hoy en día porque nunca pierde su valor y en el mundos se vive un boom en el tema.

“El arte nunca pierde valor y es un instrumento de diversificación que tiene un comportamiento interesante frente a otros activos; además, existen índices de medición del valor, del mercado y la manera en la que se comporta contra otras inversiones” aseguró en entrevista el autor de El arte de coleccionar arte editado por Fomento Cultural Banamex.
Por ser una buena inversión, no es nada raro que en el mundo se viva un boom por coleccionar arte, sólo en el 2011 se realizaron transacciones por más de 60,000 millones de dólares. “Es que el arte tiene una volatilidad muy baja frente a otros activos, además es anti inflación y el riesgo al invertir en arte es mucho menor frente a otras inversiones; al contrario, el retorno de la inversión suele ser bueno”, agregó.
El arte de coleccionar arte fue escrito por Javier Lumbreras con el fin de orientar al coleccionista de arte en cómo mirar y apreciar una obra de arte, cómo funciona el mercado, las casas de subastas, los seguros y la conservación de piezas.
“Lo escribí pensando en cuatro pilares, como son la parte emocional, intelectual, estética y la parte financiera; donde abordo temas como el pensamiento en derredor del arte, la comprensión del arte, la historia del coleccionismo y varios temas más”, comentó.
Pero además, el autor habla de “El Arte: un activo tangible y real”, “Algunos consejos legales para la compra-venta de arte” y “Tasación y estimación del precio” con el fin de que el inversionista tome una decisión adecuada.Ser editaron 5,000 ejemplares (en inglés y en español) y es una obra atractiva que incluye cerca de 150 reproducciones fotográficas de piezas de artistas como: Giacometti, Renoir, Gauguin, Matisse, Sisley, Carter, Motherwell, Dalí, Rivera y De Kooning entre otros atributos.

Fuente: El economista

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