Cuando Oria Pérez quiere escuchar las memorias de su madre en Cuba y en Washington, D.C., las dos mujeres, residentes en Key Biscayne, comienzan a cantar juntas. Oria Albarrán, quien cumplió 100 años el 20 de abril, ha perdido muchos de sus recuerdos, pero estos regresan cuando oye la música que acostumbraba a escuchar y las canciones que cantaba en su juventud.
De acuerdo con la Fundación de Alzheimer de América, según aparece en su página en la red, la música, si se utiliza adecuadamente, puede provocar resultados convincentes para las personas con Alzheimer y demencias, aun en las etapas finales de la enfermedad. La música tiene la facultad de estimular interacciones positivas y manejar los cambios del estado de ánimo, ya que las respuestas rítmicas están influenciadas por una parte del cerebro que responde directamente a señales auditivas y requiere de poco funcionamiento cognitivo.
Según explica el Dr. Daniel Varon, especialista en psiquiatría geriátrica y neurología del Centro Médico Mount Sinai, el uso de la música como terapia para personas mayores tiene dos propósitos: que se involucren a través de algo que está grabado en su mente y ayudarlos a tranquilizarse.
“Según la enfermedad avanza (Alzheimer), tienden a regresar a su adultez temprana, como a los 30 y 40 años”, comenta Varon. “Cuando escuchan la música que solían disfrutar en ese tiempo, sienten una conexión y desean interactuar”.
Si la intención es que los pacientes interactúen, la música debe estar relacionada con los antecedentes de cada paciente y hacerlos sentir cómodos. Eso se logra con música grabada con la que puedan cantar, dice Varon.
“El trasfondo cultural y el origen étnico son muy importantes cuando se considera la musicoterapia”, dice Varon. “Si usted tiene un origen latinoamericano, puede utilizar ritmos como la salsa o el bolero, que le recuerdan al paciente otra etapa de su vida”.
Para aquellos que experimentan cambios de comportamiento, el terapeuta utiliza la música con el fin de ayudar a tranquilizarlos.
“En algunos momentos del día, algunos pacientes se tornan agresivos o incómodos”, comenta Varon. “En esa instancia la música puede ayudarles mucho a que se sientan más cómodos”.
Rebecca Gibbons, violonchelista que tocaba en un hospicio para personas de mayor edad, dice que notaba cómo la música tenía un efecto relajante en los pacientes.
“Los estudios científicos han demostrado que la música puede disminuir los latidos del corazón y reducir el estrés”, dice Gibbons, quien tiene una certificación de un año en Música de Sanación y Transición (Music of Healing and Transition) y toca el chelo tres veces a la semana en el Hospital Holy Cross. “Cuando se interpreta en vivo, el músico puede observar la reacción de los pacientes y ajustar la música al estado de ánimo”.
De acuerdo con Varon, existe un gran debate sobre cómo tratar problemas de comportamiento en pacientes con demencia, ya que no hay medicamentos aprobados para ello. La musicoterapia es uno de los tratamientos no farmacológicos utilizado para controlar los síntomas de cambio de comportamiento.
“También hay cierto debate relacionado al efecto del uso de la música como terapia”, comenta Varon.
Dice que los resultados de diversos estudios centrados en la musicoterapia para la memoria han sido contradictorios. Muchos especialistas, dice Varon, concuerdan con que la terapia no funciona con todos los pacientes de Alzheimer o demencia.
Pero Gibbons tiene fe en el poder sanador de la música. Según ella, con el adiestramiento adecuado, los músicos pueden hacer maravillas para ayudar a los pacientes.
“La musicoterapia es un grado universitario. Muchos terapeutas van a interpretar música en centros de retiro y parece ser muy efectivo, menciona Gibbons, quien toca el chelo en los pasillos y salas de espera de Holy Cross, como parte del programa Sonidos de Sanación (Sounds of Healing) del hospital.
“Es muy gratificante ver cómo la música puede tocar a las personas y, esperamos, les haga sentir mejor”.
Fuente: elnuevoherald.com
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