Arte, deporte y viajes conviven armónicamente en un rincón de La Barra, en Punta del Este, bajo un cartel que indica Nag Gallery. Pero mejor aún se combinan en el espíritu de su responsable, el argentino Javier de Aubeyzón, artista, deportista (surfer) y viajero.
Ya es la quinta temporada en que Aubeyzón (también arquitecto) cumple una especie de sueño californiano del pibe-artista: abrir su propia galería a dos cuadras de su playa esteña favorita para surfear. Es que el hombre acredita ya casi cuatro décadas de montar olas, vocación que lo llevó primero a Mar del Plata, como corresponde, y luego a points de Uruguay, Chile, Perú, Brasil y otros países de América latina.Buena parte de la obra de Aubeyzón es bastante explícita en cuanto a su pasión por las tablas: la serie de pinturas Usinas oceánicas es una variedad de olas y tubos perfectos, que harían suspirar a cualquier colega surfista.
Ya es la quinta temporada en que Aubeyzón (también arquitecto) cumple una especie de sueño californiano del pibe-artista: abrir su propia galería a dos cuadras de su playa esteña favorita para surfear. Es que el hombre acredita ya casi cuatro décadas de montar olas, vocación que lo llevó primero a Mar del Plata, como corresponde, y luego a points de Uruguay, Chile, Perú, Brasil y otros países de América latina.Buena parte de la obra de Aubeyzón es bastante explícita en cuanto a su pasión por las tablas: la serie de pinturas Usinas oceánicas es una variedad de olas y tubos perfectos, que harían suspirar a cualquier colega surfista.
"Tomo la ola como elemento emblemático de la energía de la naturaleza", explica el artista, que de adolescente, a fines de los años setenta, fue además un destacado skater y hasta hoy utiliza un longboard como medio de transporte urbano alternativo. Otra serie se denomina Catedrales industriales y contrasta un poco con las escenas marítimas. "En este caso se trata de la energía producida por el hombre, con una mirada un poco crítica, con cierta dosis de denuncia y a la vez de fascinación por esa obra...", define Aubeyzón, sin perder el equilibrio entre opuestos.
Padre de dos chicos de 7 y 9 años que también surfean, reconoce que los viajes fueron siempre parte importante de su vida. Desde las primeras excursiones en tren con la tabla bajo el brazo a Mar del Plata hasta la gran aventura de un Buenos Aires-Alaska, ida y vuelta, en 1986. "Fue fantástico: una camioneta, cuatro amigos, 42 mil kilómetros en total, medio año...", recuerda con inconfundible parsimonia surfer, en su local de La Barra (que, en verdad, abre todo el año, los fines de semana), saboreando por anticipado la próxima sesión, rumbo al atardecer. Ruta 10, km 160 (y Los Ensueños).
Fuente: lanacion.com.ar
Padre de dos chicos de 7 y 9 años que también surfean, reconoce que los viajes fueron siempre parte importante de su vida. Desde las primeras excursiones en tren con la tabla bajo el brazo a Mar del Plata hasta la gran aventura de un Buenos Aires-Alaska, ida y vuelta, en 1986. "Fue fantástico: una camioneta, cuatro amigos, 42 mil kilómetros en total, medio año...", recuerda con inconfundible parsimonia surfer, en su local de La Barra (que, en verdad, abre todo el año, los fines de semana), saboreando por anticipado la próxima sesión, rumbo al atardecer. Ruta 10, km 160 (y Los Ensueños).
Fuente: lanacion.com.ar
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