"El éxito comercial es un fracaso para un grafitero", decía Banksy, el artista callejero más cotizado del siglo XXI. Sin embargo, cada vez son más los pintores de aerosol que buscan un espacio en las galerías, e incluso en las Bienales, como la que recientemente fue inaugurada en Sao Paulo, una de las capitales mundiales del grafiti.
La tercera edición de la "Bienal Internacional Graffiti Fine Art" se instaló este fin de semana en el Pabellón de las Culturas Brasileñas de la capital paulista, un edificio proyectado por el prestigioso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer en los años cincuenta.
El pabellón, situado en el parque Ibirapuera, acogió la Bienal de Arte de Sao Paulo en 1953, en la que fue expuesta una de las obras maestras del artista español Pablo Picasso: el "Guernica". Seis décadas después, paradójicamente, es el "street art" el que invade este espacio de 11.000 metros cuadrados.
A pesar de los "prejuicios" que rodean al grafiti, el comisario de la bienal, el grafitero Binho Ribeiro, subrayó que la exposición representa una muestra de arte contemporáneo, a pesar de que ello "incomode a la sociedad académica".
"Las personas son las que crean las barreras sobre lo que es considerado arte y lo que no lo es. Se trata de un concepto social, y no conceptual", dijo Ribeiro en una entrevista con Efe.
Desde el viernes, la bienal acoge bajo el mismo techo las obras de 65 artistas callejeros de diferentes edades, nacionalidades y estilos que ponen de manifiesto la "evolución del trabajo de la calle".
"Algunos (artistas) consiguen mantener sus raíces vivas y nítidas, otros se transforman totalmente. Pero cuando el autor es un grafitero respetado, la obra siempre va a ser un grafiti. Lo importante es la historia en la calle, lo que construyeron a raíz de la calle", comentó Ribeiro.
La masa de cemento que levanta la ciudad de Sao Paulo se ha convertido en un inmenso taller del siglo XXI para los pintores callejeros de Brasil.
No obstante, en esta bienal el grafiti también sale de los muros para convertirse en una escultura, un muñeco gigante o incluso una obra con efectos tridimensionales.
Un ejemplo de esta evolución sufrida por el arte callejero la recoge el grafitero brasileño Narcelio Grud, quien propone una obra interactiva en la que se combina el grafiti tradicional, el sonido y el movimiento.
"La bienal abre espacio para la experimentación y ofrece una seguridad que no dan las calles. El arte callejero ha madurado. No hay duda de que ha evolucionado", señaló Graud, quien, después de tres días de intensos trabajos, hoy pretende finalizar su obra "Besouro e borboleta" (Escarabajo y mariposa).
Además del debate sobre la evolución del grafiti, otra cuestión se desliza por la sala: Es el éxito comercial un fracaso para los grafiteros, como decía Banksy? Depende.
"Existe diferencia entre el arte comercial y el arte comerciable. Lo que es bueno es comerciable, hay interés de alguien por adquirirlo y el artista tiene libertad. Sin embargo, cuando el artista hace arte para ser vendido se pierde la esencia, se desliga de su origen y no puede ser considerado más un grafitero", señala el comisario.
Grud, por su parte, confesó que la bienal es un espacio para contactar con galeristas, pero precisó que ello no significa que los artistas creen "para ser fichados".
"Hay artistas que se encajan solo en el mercado, pero lo bueno es cuando tú creas en base a tu inspiración. Ahí algunos cuadros pueden ser vendidos, y otros no", concluyó.
La Bienal del Grafiti de Sao Paulo estará en cartel hasta el 19 de mayo, pero el arte efímero continuará inerte en la mayor ciudad de Brasil. Sólo hará falta mirar hacia arriba, a los lados o al frente.
EFE
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